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Convulsiones Febriles: Qué Son y Cómo Actuar

26/05/2023

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Las convulsiones febriles son un tipo de crisis convulsiva que ocurre en niños pequeños, desencadenada por un aumento significativo de la temperatura corporal, generalmente alcanzando los 38° C o más. Aunque presenciar una convulsión puede ser una experiencia alarmante para los padres y cuidadores, la gran mayoría de estos episodios son inofensivos y están asociados a fiebres causadas por infecciones que, por sí mismas, son menores.

¿Cuál es el tratamiento para las convulsiones febriles en niños?
El tratamiento de las convulsiones que duran < 5 min es sintomático. Las convulsiones que duran ≥ 5 min se tratan con lorazepam IV, diazepam rectal o midazolam intransal y, si persisten, con fosfenitoína, fenobarbital, ácido valproico o levetiracetam IV.[/caption]

Comprender qué son, por qué ocurren y cómo reaccionar es fundamental para manejar la situación con serenidad y asegurar el bienestar del niño. Este artículo explora a fondo las convulsiones febriles, basándose en la información médica disponible, para ofrecer una guía clara y detallada.

¿De que hablaremos?

¿Qué Son Exactamente las Convulsiones Febriles?

Una convulsión es el resultado de una descarga eléctrica anómala y no regulada de las células nerviosas en el encéfalo o en una parte específica de él. Esta actividad eléctrica desorganizada puede manifestarse de diversas formas, incluyendo movimientos involuntarios, alteración de la conciencia o sensibilidad anormal.

Las convulsiones febriles se definen específicamente por ocurrir en el contexto de la fiebre. Afectan principalmente a niños de entre 6 meses y 5 años de edad, siendo más frecuentes entre los 12 y 18 meses. Es importante destacar que un episodio convulsivo en un niño con fiebre que tenga 6 años o más no se considera típicamente una convulsión febril según esta definición.

La prevalencia de las convulsiones febriles se sitúa en alrededor del 2 al 5% de la población infantil en este rango de edad. A menudo, existe una predisposición familiar, sugiriendo un componente genético, y de hecho, se han identificado varios genes asociados con una mayor susceptibilidad a padecerlas.

Tipos de Convulsiones Febriles: Simples vs. Complejas

Las convulsiones febriles se clasifican en dos tipos principales, basándose en sus características clínicas:

CaracterísticaConvulsión Febril SimpleConvulsión Febril Compleja
DuraciónMenos de 15 minutos15 minutos o más (continua o intermitente)
Foco de la actividad convulsivaGeneralizada (afecta a todo el cuerpo)Puede ser Generalizada o Parcial/Focal (afecta solo a un lado o una parte del cuerpo)
Recurrencia durante la misma enfermedad febrilNo más de una vez en un período de 24 horasOcurren al menos 2 veces en 24 horas
PrevalenciaConstituyen más del 90% de los casosSon menos comunes
Riesgo posterior de epilepsiaLigeramente elevado (aproximadamente 2-5%, similar al riesgo basal en la población general)Mayor (hasta 10%, especialmente si existen otros factores de riesgo como retraso del desarrollo o antecedentes familiares de epilepsia)

La mayoría de los niños que experimentan una convulsión febril solo tendrán una en su vida. Aproximadamente dos tercios de los niños nunca vuelven a tener otra.

Signos y Síntomas Típicos

Una convulsión febril clásica, a menudo la de tipo simple, se manifiesta como rigidez seguida de sacudidas violentas e involuntarias de los músculos de una gran parte del cuerpo. Durante el episodio, el niño suele perder el conocimiento.

Estas crisis suelen ocurrir durante el ascenso inicial rápido de la temperatura, a menudo dentro de las primeras 24 horas del comienzo de la fiebre. Después de que la convulsión cesa, el niño entra en un período conocido como postictal. Durante este tiempo, el niño puede parecer confundido, somnoliento o simplemente no ser él mismo. Este estado posconvulsivo suele durar unos pocos minutos, aunque en ocasiones puede prolongarse hasta unas pocas horas.

Si el período postictal es inusualmente largo (más de una hora) o si se observan hallazgos focales (por ejemplo, debilidad o disminución del movimiento en un lado del cuerpo) durante este período, es crucial buscar evaluación médica inmediata para descartar un trastorno agudo subyacente del sistema nervioso central.

Causas y Desencadenantes de las Convulsiones Febriles

Como su nombre indica, las convulsiones febriles son el resultado directo de la fiebre. La mayoría de las veces, esta fiebre es causada por infecciones comunes y benignas, como infecciones respiratorias virales o infecciones del oído. En estos casos, tanto la infección como la crisis convulsiva son generalmente inofensivas.

Es una parte fundamental de la definición de convulsión febril que la fiebre y la convulsión no sean el resultado de una infección grave del cerebro, como meningitis (inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal) o encefalitis (inflamación del propio cerebro). Si bien la fiebre y las convulsiones pueden ser síntomas de estas infecciones graves, en el caso de las convulsiones febriles "puras", se han descartado estas causas.

En raras ocasiones, las convulsiones febriles pueden aparecer después de la administración de ciertas vacunas, como la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (triple vírica), debido a la fiebre que pueden provocar.

¿Cuándo Buscar Atención Médica Urgente?

Ante la primera convulsión febril de un niño, o si el niño parece muy enfermo además de tener fiebre y convulsiones, es imperativo llevarlo a un servicio de urgencias inmediatamente para una evaluación médica. Esto se debe a que, aunque la mayoría de las convulsiones febriles son benignas, es fundamental descartar otras causas más graves de convulsiones asociadas a la fiebre, como las infecciones cerebrales mencionadas.

También se debe buscar atención médica urgente si la convulsión dura 5 minutos o más, ya que esto puede ser un indicio de estado epiléptico febril, una situación que requiere tratamiento inmediato para prevenir posibles daños.

Diagnóstico de las Convulsiones Febriles

El diagnóstico de una convulsión febril es principalmente clínico. Se basa en la observación de una crisis convulsiva en un niño dentro del rango de edad típico (6 meses a 5 años) que presenta fiebre (mayor a 38°C) y en el descarte de otras posibles causas de convulsiones.

Para confirmar el diagnóstico y descartar condiciones más serias, el médico realizará una evaluación completa. Dependiendo de los hallazgos del examen físico y del historial clínico del niño, pueden ser necesarias pruebas complementarias:

  • Punción Lumbar (Análisis del Líquido Cefalorraquídeo - LCR): Se realiza para descartar meningitis o encefalitis. Está especialmente indicada en lactantes pequeños, niños con signos de irritación meníngea (rigidez de cuello), signos de depresión del sistema nervioso central, aquellos que tienen convulsiones después de varios días de enfermedad febril, si no están completamente inmunizados o si están tomando antibióticos que podrían enmascarar los signos de una infección.
  • Análisis de Sangre: Pueden incluir la medición de los niveles de glucosa, sodio, calcio, magnesio y otras sustancias para descartar trastornos metabólicos. También se pueden realizar cultivos de sangre y orina para identificar infecciones bacterianas. Estos análisis son más probables si la convulsión febril es compleja, si el niño presenta déficits neurológicos, signos de una enfermedad subyacente grave, antecedentes recientes de vómitos o diarrea, o signos de deshidratación o edema.
  • Imágenes Cerebrales (Resonancia Magnética Nuclear - RMN o Tomografía Computarizada - TC): Se pueden realizar si el examen neurológico detecta anomalías focales, si la convulsión tuvo características focales o si el período postictal es prolongado o presenta signos focales.
  • Electroencefalografía (EEG): Esta prueba registra la actividad eléctrica del cerebro. Se puede considerar en niños que presentan ciertos síntomas atípicos, convulsiones repetidas o convulsiones febriles complejas, especialmente si tienen características focales. Sin embargo, un EEG de rutina no se recomienda después de una primera convulsión febril simple en un niño con un examen neurológico normal, ya que no suele mostrar alteraciones específicas ni ayuda a predecir futuras convulsiones.

Es importante señalar que el término convulsión febril no se aplica generalmente a niños que ya tienen un trastorno neurológico o del desarrollo diagnosticado, ya que sus convulsiones con fiebre podrían estar relacionadas con su condición preexistente.

Tratamiento de las Convulsiones Febriles

El tratamiento inmediato de una convulsión febril se centra en asegurar la seguridad del niño durante la crisis y, si es necesario, detenerla si se prolonga.

Durante una convulsión:

  • Mantenga la calma.
  • Coloque al niño de lado para evitar que se ahogue con saliva o vómito.
  • Aleje objetos cercanos que puedan causarle daño.
  • No introduzca nada en la boca del niño.
  • Intente cronometrar la duración de la convulsión.

Una vez que la convulsión ha cesado, o si dura más de 5 minutos, se debe buscar atención médica.

[caption id="attachment_20033" align="aligncenter" width="1104"]¿Cómo controlar las convulsiones febriles? Los médicos suelen administrar medicamentos para detener una convulsión febril que dura 5 minutos o más a fin de prevenir el estado epiléptico. Los medicamentos incluyen un sedante y anticonvulsivos. Estos fármacos se administran generalmente por vía intravenosa.

En el hospital, si la convulsión febril dura 5 minutos o más, los médicos suelen administrar medicamentos para detenerla y prevenir el estado epiléptico febril. Estos medicamentos suelen ser sedantes y anticonvulsivos, como las benzodiazepinas (lorazepam, diazepam, midazolam). Se administran generalmente por vía intravenosa. Si no es posible obtener un acceso intravenoso rápidamente, se puede usar gel de diazepam por vía rectal o líquido de midazolam por vía intranasal, especialmente en niños mayores de 2 años. Si la convulsión persiste a pesar de estos fármacos, se pueden usar otros anticonvulsivos por vía intravenosa como fosfenitoína, fenobarbital, ácido valproico o levetiracetam.

Los niños que reciben estos medicamentos o que han tenido una convulsión prolongada son monitorizados cuidadosamente para detectar posibles problemas respiratorios o de presión arterial.

Además del manejo agudo de la crisis, el manejo de la fiebre es una parte importante del cuidado. Se administran fármacos antipiréticos (como paracetamol o ibuprofeno) para reducir la temperatura. Aunque los estudios controlados no han demostrado que la administración de antipiréticos al inicio de una enfermedad febril prevenga la primera convulsión febril, sí puede ayudar a prevenir otra convulsión durante la misma enfermedad y facilita el manejo si ocurre un estado epiléptico febril.

Pronóstico y Riesgo de Recurrencia

El pronóstico general para los niños que experimentan convulsiones febriles es excelente. La gran mayoría no sufre consecuencias a largo plazo.

La tasa de recurrencia de las convulsiones febriles es de alrededor del 35%. Esto significa que aproximadamente uno de cada tres niños que tiene una convulsión febril tendrá otra en el futuro. Los niños tienen un mayor riesgo de recurrencia si:

  • Tuvieron menos de 1 año de edad cuando presentaron la primera convulsión febril.
  • Tienen familiares cercanos que han tenido convulsiones febriles.

Una de las mayores preocupaciones de los padres es si las convulsiones febriles aumentan el riesgo de desarrollar epilepsia (un trastorno convulsivo no relacionado con la fiebre) en el futuro.

Para los niños que han tenido una convulsión febril simple, el riesgo de desarrollar epilepsia es ligeramente superior al riesgo basal en la población infantil general (aproximadamente 2% en niños sin antecedentes de convulsiones febriles, frente a un 2-5% en niños con antecedentes de convulsiones febriles simples). Este ligero aumento de riesgo probablemente se debe a que la convulsión febril fue el primer signo de una predisposición subyacente a las convulsiones, más que a que la convulsión febril en sí cause la epilepsia.

El riesgo de desarrollar un trastorno convulsivo no febril es mayor (hasta un 10%) en niños que han tenido convulsiones febriles complejas o que presentan otros factores de riesgo adicionales, como retraso en el desarrollo o antecedentes familiares de epilepsia (no solo convulsiones febriles).

El estado epiléptico febril (convulsiones que duran 30 minutos o más, continuas o intermitentes sin recuperación de la conciencia) es una situación médica grave. Aunque raro, puede asociarse con daño en ciertas partes vulnerables del cerebro, como el hipocampo. En algunos casos, esto podría contribuir a la aparición posterior de convulsiones no febriles, pero la relación causal exacta sigue siendo objeto de estudio.

En resumen, no se cree que las convulsiones febriles simples causen epilepsia u otras anomalías neurológicas. Sin embargo, ocasionalmente, una convulsión febril puede ser la primera manifestación de un trastorno neurológico o un trastorno convulsivo subyacente que aún no ha sido diagnosticado. Los signos de este trastorno subyacente pueden ser evidentes en retrospectiva o pueden no aparecer hasta más tarde. En estos casos, la convulsión febril es un síntoma de una condición preexistente, no la causa.

Prevención de las Convulsiones Febriles Futuras

Para los padres de un niño que ha experimentado una convulsión febril, se recomienda monitorizar cuidadosamente la temperatura del niño durante futuras enfermedades y administrar fármacos antipiréticos si la fiebre es elevada. Aunque, como se mencionó, los estudios no han demostrado de forma concluyente que esta medida prevenga la recurrencia de las convulsiones febriles, es una práctica habitual para el manejo de la fiebre.

La farmacoterapia anticonvulsiva de mantenimiento (tomar medicamentos anticonvulsivos de forma regular para prevenir convulsiones) generalmente NO está indicada para prevenir convulsiones febriles recurrentes o el desarrollo posterior de epilepsia. Los riesgos potenciales de los medicamentos (efectos secundarios, impacto en el desarrollo) suelen superar los beneficios, dado que la mayoría de las convulsiones febriles son benignas y el riesgo de epilepsia después de convulsiones febriles simples es bajo.

Sin embargo, existen situaciones específicas en las que un médico podría considerar la terapia anticonvulsiva de mantenimiento. Estas incluyen niños que presentan:

  • Convulsiones febriles complejas y déficits neurológicos preexistentes.
  • Antecedentes familiares sólidos de epilepsia, además de convulsiones febriles simples o complejas recurrentes.
  • Antecedentes de estado epiléptico febril.
  • Convulsiones febriles que ocurren con mucha frecuencia, por ejemplo, al menos una vez cada tres meses.

La decisión de iniciar un tratamiento preventivo debe ser individualizada y tomada en consulta con un neurólogo pediátrico, sopesando cuidadosamente los riesgos y beneficios.

Preguntas Frecuentes sobre Convulsiones Febriles

¿Son peligrosas las convulsiones febriles?

La mayoría de las convulsiones febriles, especialmente las simples, no son peligrosas y no causan daño cerebral a largo plazo. El principal riesgo en el momento agudo es la posibilidad de una lesión durante la caída o los movimientos, y el riesgo (bajo) de que se trate de una manifestación de una infección cerebral grave (que debe ser descartada) o de un estado epiléptico febril prolongado.

¿Qué debo hacer si mi hijo tiene una convulsión febril?

Mantenga la calma. Coloque al niño en un lugar seguro, recostado de lado sobre una superficie blanda. No restrinja sus movimientos ni ponga nada en su boca. Retire objetos cercanos que puedan causarle daño. Observe la duración de la convulsión y cómo se presenta. Busque atención médica inmediata, especialmente si es la primera convulsión, si dura más de 5 minutos, o si el niño parece muy enfermo.

¿Las convulsiones febriles causan epilepsia?

No se cree que las convulsiones febriles simples causen epilepsia. Si bien hay un ligero aumento en el riesgo de desarrollar epilepsia en niños que han tenido convulsiones febriles (especialmente complejas), esto parece estar más relacionado con una predisposición subyacente que con un daño causado por la convulsión febril en sí misma. Las convulsiones febriles pueden ser el primer signo de una condición neurológica no diagnosticada previamente.

¿Mi hijo tendrá más convulsiones febriles?

Aproximadamente el 35% de los niños que tienen una convulsión febril tendrán otra. Los factores que aumentan la probabilidad de recurrencia incluyen tener menos de 1 año de edad en el momento de la primera convulsión y tener familiares cercanos con antecedentes de convulsiones febriles.

Conceptos Clave

  • Las convulsiones febriles ocurren en niños de 6 meses a 5 años con fiebre (>38°C) no causada por una infección del sistema nervioso central.
  • La mayoría son simples (menos de 15 min, generalizadas, no recurren en 24h) y son inofensivas.
  • El diagnóstico es clínico, descartando otras causas mediante evaluación médica y, si es necesario, pruebas como punción lumbar o análisis de sangre.
  • Las convulsiones que duran 5 minutos o más requieren tratamiento farmacológico para detenerlas y prevenir el estado epiléptico febril.
  • El riesgo de desarrollar un trastorno convulsivo sin fiebre después de una convulsión febril simple es bajo (2-5%).
  • No se recomienda el uso rutinario de medicamentos anticonvulsivos para prevenir convulsiones febriles recurrentes, aunque los antipiréticos se usan para controlar la fiebre.

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